Llego a su casa en el reconocido sector ‘Sunset Boulevar’ y me encuentro con un gran sistema de seguridad. Una cerca eléctrica rodea toda su mansión. Su puerta principal parece ser la entrada de un castillo en plena época medieval. Sus dimensiones alcanzan los 4 metros de alto y 3 metros de ancho. Como si fuera poco, esta puerta estaba enrejada y tenía en la parte inferior más de tres candados. Timbro una campana y sale George uno de los 25 mayordomos que están a disposición de este productor.
George: Buenas tardes
En cuanto veo su uniforme quedo perpleja frente a la elegancia con la que viste este mayordomo. Smoking perfectamente planchado, corbatín justo a la medida del cuello y mancuernas en oro. Sí, en oro, para nadie es un secreto que Spector era extravagante hasta en esos pequeños detalles. Hay algo que causa curiosidad en mí, este sirviente mantiene su mentón y su cabeza con una leve con una posición erguida hacia arriba, es una clara muestra de superioridad. Por un momento siento que los ayudantes de Spector son su sombra. Ante mi ensimismamiento, George me repite en un tono molesto.
G: Que buenas tardes. ¿En qué le puedo ayudar?
Stefanía: Busco a Phil Spector, quedamos de encontrarnos a las 3 en su casa para la producción de mi primer sencillo.
G: Un momento por favor.
Me dirigí a la sala de espera de aquella mansión, mientras Spencer llegaba. Sabía que aparecería en no menos de 30 minutos. Era una persona que disfrutaba haciéndose esperar como símbolo de importancia. Como sabía que la espera era larga me puse a detallar su casa, que más que casa era una mansión. Aquel lugar tenía alrededor de 40 habitaciones, y las extravagancias saltaban a mi simple y descomplicada vista. Una gran acuario con forma de cúpula ubicado justo en el hall de la entrada, los muebles de la sala con acabados en bronce y los souvenirs se acumulaban en cada rincón de aquel lugar. No podía imaginarme cómo sería la habitación donde Phil y su esposa Ronnie. En estas se me fueron 40 minutos cuando Spector apareció bajando, con gran imponencia, las grandes escaleras de su casa que daban justo con el hall que tanto estaba reparando.
Phil: ¿Qué tal? …. Tefania... stephanie….perdón, ¿cómo es que es su nombre?
S: Stefanía Losada, le respondí un poco intimidada. (Su gran altura y el tono sobrador de su voz me hacían sentir realmente inferior).
P: Ah, es usted la niña con la que hablé la semana pasada.
S: Sí, me dijo que viniera para contemplar la posibilidad de realizar un disco juntos.
(No lo podía negar, estaba ante la oportunidad de mi vida. Si ganaba su producción estaría a muy poco del éxito, pero si algo resultaba mal acabaría perdida).
P: Pues a ver, qué podría decirle yo. Todas mis producciones han sido 100% exitosas, apoyarla a usted sería un gran reto, podría perder el gran prestigio que he obtenido en los últimos años.
S: Pero, podríamos hacer una prueba, usted me dice qué tal le parece.
Spector se quedó pensativo y llamó a George para que le trajera un whisky, me ofreció y aunque no quería, dije que sí, pues negarle un trago al que podría ser mi próximo productor podría ser nefasto.
Nos sentamos en uno de los tantos balcones que tenía esta mansión. Un gran ventanal conectaba uno de los corredores con este lugar donde nos sentaríamos a hablar. El balcón en realidad se parecía al cuarto de mis papás, tenía aproximadamente unos 15 metros cuadrados.
De repente, Spector se levantó sin dar más explicaciones que un ahora vuelvo.
Mientras lo esperaba miré debajo de la mesa donde había puesto mi whisky y me encontré con recortes donde aparecía este productor acompañado por grandes ‘héroes’: Lenny Bruce, Mohamed Alí, los Kennedy y el reverendo Martín Luter King. Ya sabía los gustos de Spector, ahora sólo tenía que hablar de ellos. Y así fue, en cuanto llegó le nombré que también era una fiel admiradora del humorista Bruce. Esa fue la frase que rompió el hielo.
P: George, otro whisky para la señorita y por supuesto otro para mí.
Hablar de Elvis fue otro tiro en el blanco, nos dio para tener tema de conversación por más de 35 minutos. Spector, un poco más relajado y en tono confidencial me comentó que había producido algunos discos de este cantante.
En ese momento sonó la alarma de seguridad y Spector cambió de humor rápidamente.
P: George, tráeme la pistola ahora mismo.
G: Señor, tranquilícese, debe ser un problema de configuración.
Spector hizo caso omiso de dichas palabras y salió de la casa con el arma, calibre 9 mm Parabellum, en sus manos. Había un joven fanático de este productor queriendo pasar las vallas eléctricas.
P: No creas que puedes burlar los sistemas de seguridad de mi mansión. Dijo Spector muy alterado. (Ceño fruncido).
Inmediatamente salieron 5 escoltas de Spector para alejar a aquel individuo. Les tomó solo 7 minutos volver a retomar el control de la casa.
Supe que debía partir en ese mismo instante, pues de lo contrario la ira de Spector se iría en contra mía.
S: Spector, me temo que debo irme, ¿le parece si mañana vuelvo a la misma hora?
P: No lo sé, soy estaré muy ocupado y no sé si tenga tiempo. Háblese con mi secretaria personal, ahora no tengo cabeza para nada.
S: Sí señor, de nuevo muchas gracias por su tiempo y el whisky.
Realmente le había afectado aquel percance, Spector estaba sudando y ya no podía mantener su voz en un tono moderado. Se dirige a su habitación y le da la orden a George de que le lleve otro trago a la habitación.
Agradecí a George y salí de esa casa lo más rápido posible, como alma que se la lleva el viento.
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